domingo, 16 de marzo de 2008

Adiós, Negro querido!




Esta vez no escribiré sobre las vivencias de un futbolero recalcitrante. Esta vez hablaré un poco sobre uno de los más grandes escritores sobre el fútbol, el recientemente fallecido Roberto Fontanarrosa. Una enfermedad rarísima lo mató el pasado 19 de julio, quitándonos a este gran autor. Para los que no sepan nada de él, les esbozo que es (que difícil decir “era”) argentino, rosarino para ser más preciso, pero por sobre todas las cosas, un hincha canalla de Rosario Central. Alegre y humilde como pocos, lleno de humor y mordacidad. Dedicó su vida al humor gráfico, con personajes como Inodoro Pereyra y Boggie el Aceitoso, y a escribir sobre lo que nos apasiona, el fútbol. Lo hacía de una manera simple, sin altisonancias, más desde la perspectiva del fanático que desde la del periodista deportivo, más desde la cancha de barrio, desde la liga amateur, que desde el palco VIP, o desde un trono en la FIFA. Relató con velocidad, en el idioma futbolero, con la jerga de quienes amamos este juego. Nos contó de zagueros bueno para las patadas, de arqueros que salvaron partidos, de delanteros extraordinarios y de troncos sin cintura; nos contó sobre las emociones de quien ama al fútbol desde fuera de la cancha, de las aventuras para poder ver un partido, de la vida de un futbolista cuando se queda sin piernas; en fin, de todo lo que nos interesa verdaderamente.

En el que es considerado uno de sus mejores cuentos, “19 de Diciembre de 1971” nos relata, de forma divertida y llena de humor negro, un gol, EL gol para los hinchas de Rosario Central. Si alguna vez conocen de un hincha canalla y le preguntan por esa fecha, de seguro lo asocia con dos cosas: Con que le hicieron ese gol, ganando el campeonato, a sus archirivales de Ñuls, y del cuento de Fontanarrosa, que relata cómo “el Viejo Casale” se vivió ese día, hincha acérrimo de Rosario, que nunca le vio perder, pero que tenía prohibido ver el partido por una enfermedad cardiaca. Si pueden, léanlo, se divertirán. Tal vez se logre lo que el Negro quería, al decir: “De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro.” Así era el Negro, simple, sin aspavientos, sin más aspiración que contar historias y regalar una sonrisa.

Una vez dijo: “Tengo dos problemas para jugar al fútbol, el primero es la pierna izquierda, el segunda, la pierna derecha”, en una frase que nos llega a todos un poco. Que pone en evidencia nuestra aspiración frustrada, nuestra necesidad negada, pero paliada por ver fútbol, hablar de él, reír y llorar, celebrar un campeonato o mascullar la derrota. O nos habla, lleno de sagacidad futbolera, sobre la relación entre las hinchadas: “El Colorado ya no estaba par ese entonces en la O.C.A.L.. La O.C.A.L., no sé si sabés es una organización de acá, de Rosario, que se llama así porque son iniciales, O.C.A.L “Organización Canalla Anti Lepra”. Son un grupo de ñatos como el Ku-Klux-Klan, más o menos, que se reúnen en reuniones secretas y no sé si no van con capucha y todo a las reuniones, o si queman algún leproso vivo en cada reunión. Mirá yo no sé si es requisito indispensable ser hincha de Central, pero seguro seguro, lo que tenés que hacer es odiar a los lepra. Tenés que odiar más a los lepra que lo que querés a Central.” Así, lleno de ironía, nos hizo reír y disfrutar del fútbol.

No me siento capacitado para hacerle “un homenaje” a Fontanrrosa, sólo les invito, muy seriamente, a reír, a leer, a disfrutar de la obra de uno de los más grandes escritores que se dedicó a ver el fútbol como lo que es, una pasión.

Si de verdad les interesa, les dejo un link con algunos de sus cuentos: http://www.esnips.com/_t_/fontanarrosa

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