domingo, 16 de marzo de 2008

Felices Fiestas Patrias!!




Obvio, mes de la patria, mes de la joda y el carrete. Al menos con mis amigos difícilmente nos acordamos de la primera junta de gobierno, de Mateo de Toro y Zambrano, de Ignacio de la Carrera o cualquier otro. Tampoco de O’Higgins, o Carrera o Rodríguez. Menos de las batallas de Cancha Rayada, de la de Maipú o de la de Chacabuco. Sólo nos acordamos de una cosa: Hay que comprar copete, longanizas, carne, empanadas y convencer a nuestras pololas que juntarse a celebrar el 18 es lo mejor que hay, pero que ojalá se pongan con unas ensaladas. Al menos con mi familia yo me reúno poco en estas fechas, tenemos una suerte de acuerdo tácito en el que la navidad es sagrada, igual que los cumpleaños, pero que el 18 y el año nuevo son eventos que uno celebra con amigos, no con familia. Además que mi familia se pone media latera y se va a la parcela de mi tía, todos juntos, a encumbrar volantines, jugar al trompo, bailarse un pie de cueca y aburrirse como ostra.

No digo que no me gusten los juegos típicos, pero hay una gran diferencia entre jugar con los amigos y entretenerse, y jugarlo con la abuelita y los primos chicos. Más encima los cabros chicos pueden ser expertos en jugar play station o nintendo, pero no saben ponerle tirantes a un volantín, ni menos ponerle una cuerda a un trompo y lanzarlo con destreza. A decir verdad yo tampoco soy bueno en eso, pero me da demasiada lata andar de payasito de cumpleaños recibiendo las peticiones de mis primitos. Mi papá es otra cosa, es ultra citadino, va en auto hasta a comprar pan, pero se cree huaso. En el fondo jura que nació en el campo chileno y que fue una casualidad que llegara a la ciudad. Cuando va donde mi tía se pone a hacer zanjas, reparar verjas, desmalezar la parcela, hacer asados y pedirle a mi mamá y sus hermanas que se rajen con unas humitas y ojalá con un buen vaso de tinto pa acompañarlas. Se pone una camisa cuadrillé, jeans y hasta se consigue una chupalla pa capear el sol. Jura que se ve lindo y rural.

Precisamente de una conversación con él quiero hablarles; pese a la existencia del acuerdo tácito de inasistencia a las celebraciones, mi papá siempre insiste en invitarme. Me dijo: “¿Vamos donde tu tía pa’l 18?”, imitando un acento sureño, y cuando le dije que no, puso cara de molestia y me preguntó por qué, que si acaso no lo pasaba bien con la familia, que si acaso no era linda la parcela de mi tía, que si no era chileno y quería celebrar nuestra independencia. A tanta pregunta sólo pude decir dos cosas: “Viejo, primero que nada la independencia fue posterior, el 18 es por la primera junta de gobierno, y segundo, empieza la Champions League, y no me quiero perder los partidos”. Sólo imaginen lo que esa respuesta provocó en alguien que se cree huaso. Casi me mató con la mirada que me puso, se incorporó en la silla y espetó: “¡¿Cómo te vas a poner a ver fútbol internacional el 18?!, ¡Si al menos fuera de la selección!”, intentando apelar a mi sentimiento patrio-futbolero. Y más encima mi respuesta a eso no hizo sino empeorar las cosas: “Encuentro mucho más entretenido ver un partido del Liverpool que bailarme una cueca”. Ahí se le salió el capataz de fundo, si hubiese tenido una escopeta me dispara directo en la cabeza, se levantó de donde estaba sentado y se puso a bufar, parecía toro enrabiado, ni siquiera era capaz de terminar las frases que me decía mientras se paseaba de un lado a otro en el comedor; ¡Mira que andar viendo fútbol…..!, ¡Qué Liverpool…!, ¡…falta de patriotismo!, ¡Tú tía se va a sentir….!, ¡Las perdiste todas conmigo…!, ¡No, no, es que…..!, y muchas otras que como las decía para sus adentro no recuerdo o no alcancé a oír.

Mientras tanto, yo miraba pa la cocina a ver si estaba mi mamá para que domara al toro en el que mi viejo estaba convertido, pero la señora no aparecía nunca. Cuando se dejó de rabiar, me miraba inquisidor, supongo que con ganas de pescar la fusta y darme en la espalda, pero me mantuve sereno. Puse cara de seguridad en mi decisión, para que no siguiera insistiendo y empeorara la pelea. Además, yo estoy seguro que prefiero ver cómo el niño Torres le hace goles al Porto, que andar con cara de pánfilo y con hojotas. “Mi única patria es la cancha”, pensé en decirle, pero me lo callé, así no se ponía más chúcaro. Fue la más sabia decisión del día. Se fue a su pieza amurrado y al otro día ya andaba con el mismo ánimo de siempre. Que mi tía lo llamara en la noche para empezar a ponerse de acuerdo en qué pone cada uno, lo hizo sentir que ya se venía el 18, y se puso en inmediata sintonía, así que ya no discutimos el tema.

En cuanto a la junta con mis amigos para esos días, ya estamos claros, yo pongo la casa y plata pa copete; ellos traen carne, longas y las minas las ensaladas. Vamos a poner la tele en la terraza, sintonizada en ESPN, y cuando termine el partido, campeonato de emboque y volantín, unos pies de cueca, y sobre todo, entre medio de todo eso, un brindis con chicha por Chile y nuestra independencia.

MZSicarii



He estado rabiando con mis jugadores, hace varias fechas que mi equipo no cunde, y como no quiero culpar a nadie, menos a ellos que se rompen las piernas en cada partido, el responsable de todo esto debo ser yo. Mal que mal yo los planto en la cancha, les digo qué hacer, los entreno, trato de generar un buen clima ente ellos, etc. Pero algo debo estar haciendo mal. Varios de ellos son jugadorazos, pero no puedo sacarles el trote que quisiera. Derrota tras derrota, empate tras empate, veo cómo no puedo hacerlos jugar el fútbol total que les planteo. Puede que sea un incomprendido aquí en el medio nacional, pero tiendo a pensar que más bien soy como cualquier otro técnico chileno, es decir, un aficionado que se cree algo.

Me aconsejaron mirarme desde afuera para poder ver mis defectos, pero eso siempre es difícil, supongo que todos ustedes alguna vez lo han intentado y saben que es difícil ver el bosque con tanto árbol de por medio. Así que intenté otra cosa, que me podría ayudar a verme desde afuera con algo más de objetividad. Me puse a pensar: “Si estoy en un simulador de fútbol, ¿No debería analizarme como si alguien me estuviera jugando en un simulador de mi propia vida?, ¿Cómo si alguien, un usuario escandinavo digamos, intentara sacarme trote en todos los aspectos de mi vida?”. Luego de tamaña iluminación, sólo comparable con Dante entrando al paraíso, o con Arquímedes metido en su tina, intenté definir mis propias habilidades y llegué a la siguiente conclusión:

Velocidad: Menos de la que quisiera, al menos mental, me demoro hasta para elegir los calcetines: 4 balones.

Resistencia: Que si hay un tipo con aguante ese soy yo, aguanto a tres mujeres con las que vivo, y cinco días al mes se multiplican como si fueran 16. Aguanto a mis padres exigentes, y sobre todo me aguanto a mí, y no sé cómo el resto puede. 8 balones.

Inteligencia: Al menos 7 balones, mal que mal me creo la muerte y estudié una carrera pelúa.

Pases: Soy comilón, lo admito, egocéntrico incluso, así que en ceder tengo poco: 2 balones.

Remates: Voy por delante, intentando ponerle la firma a las cosas, finalizar lo empezado, definir. 7 balones.

Cabezazos: Me cabeceo caleta con todas las cosas, le doy más vueltas que perro antes de acostarse a cualquier asunto, por nimio que sea. Además de tomar caldo de cabeza antes de dormir. 7 balones.

Portería: No tapo nada. Si alguien se condorea con lo que sea, que apechugue, que pa eso uno vio Corazón Valiente y sabe lo que es el honor. 1 balón.

Control de balón: Me costó analizarme con esto, en general creo tener buen control de las situaciones, pero parece que a veces se me salen de las manos y no soy todo lo que quisiera. Además qué tanto, si no soy el Dalai Lama: 4 balones.

Entradas: Si fuera entrador, ¿ustedes creen que escribiría en una revista virtual? Soy más cortado que porno en canal 13. 1 balón (el que me permite salir de la casa).

Pases largos: Ni idea, yo la reviento no más, si algo anda mal, lo pateo pa adelante sin mirar, a lo defensa uruguayo. 2 balones.

Balón parado: Esto se trata de pasar la barrera. Yo he pasado varias, pero hay algunas que no he tenido la “suerte” de sortear, matrimonio, hijos, muerte de los padres, etc. Pero como las que he pasado las he hecho bien, 4 balones.

Experiencia: Supongo que esto se refiere a lo que uno ha aprendido de la vida. Creo que en mis años he aprendido lo necesario; no hacer mal gratis, querer a la familia, no traicionar a los amigos, que ESPN es una suerte y que el Canal del Fútbol es una estafa. 6 balones.

Estado físico: Como todos, tengo mi rollito que no puedo quitarme ni aunque salga a trotar todos los días (cuestión que no hago, pero es a modo ejemplar), pero puedo jugarme una pichanga de dos horas sin problemas. 8 balones.

Veamos entonces, quedé así:

Quedé harto bueno pa delantero, lento como tortuga, pero definidor. Excelente. Ahora, ¿Qué hago con estos datos?, ni idea, pero es un aporte más para analizarme desde fuera, o al menos la única que se me ocurrió. No creo haber alcanzado el nirvana o algo parecido, pero bueno, si lo que quiero es que mi equipo gane, no ser sacerdote Zen.

Prueben ustedes en casa y me mandan los resultados.

Adiós, Negro querido!




Esta vez no escribiré sobre las vivencias de un futbolero recalcitrante. Esta vez hablaré un poco sobre uno de los más grandes escritores sobre el fútbol, el recientemente fallecido Roberto Fontanarrosa. Una enfermedad rarísima lo mató el pasado 19 de julio, quitándonos a este gran autor. Para los que no sepan nada de él, les esbozo que es (que difícil decir “era”) argentino, rosarino para ser más preciso, pero por sobre todas las cosas, un hincha canalla de Rosario Central. Alegre y humilde como pocos, lleno de humor y mordacidad. Dedicó su vida al humor gráfico, con personajes como Inodoro Pereyra y Boggie el Aceitoso, y a escribir sobre lo que nos apasiona, el fútbol. Lo hacía de una manera simple, sin altisonancias, más desde la perspectiva del fanático que desde la del periodista deportivo, más desde la cancha de barrio, desde la liga amateur, que desde el palco VIP, o desde un trono en la FIFA. Relató con velocidad, en el idioma futbolero, con la jerga de quienes amamos este juego. Nos contó de zagueros bueno para las patadas, de arqueros que salvaron partidos, de delanteros extraordinarios y de troncos sin cintura; nos contó sobre las emociones de quien ama al fútbol desde fuera de la cancha, de las aventuras para poder ver un partido, de la vida de un futbolista cuando se queda sin piernas; en fin, de todo lo que nos interesa verdaderamente.

En el que es considerado uno de sus mejores cuentos, “19 de Diciembre de 1971” nos relata, de forma divertida y llena de humor negro, un gol, EL gol para los hinchas de Rosario Central. Si alguna vez conocen de un hincha canalla y le preguntan por esa fecha, de seguro lo asocia con dos cosas: Con que le hicieron ese gol, ganando el campeonato, a sus archirivales de Ñuls, y del cuento de Fontanarrosa, que relata cómo “el Viejo Casale” se vivió ese día, hincha acérrimo de Rosario, que nunca le vio perder, pero que tenía prohibido ver el partido por una enfermedad cardiaca. Si pueden, léanlo, se divertirán. Tal vez se logre lo que el Negro quería, al decir: “De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro.” Así era el Negro, simple, sin aspavientos, sin más aspiración que contar historias y regalar una sonrisa.

Una vez dijo: “Tengo dos problemas para jugar al fútbol, el primero es la pierna izquierda, el segunda, la pierna derecha”, en una frase que nos llega a todos un poco. Que pone en evidencia nuestra aspiración frustrada, nuestra necesidad negada, pero paliada por ver fútbol, hablar de él, reír y llorar, celebrar un campeonato o mascullar la derrota. O nos habla, lleno de sagacidad futbolera, sobre la relación entre las hinchadas: “El Colorado ya no estaba par ese entonces en la O.C.A.L.. La O.C.A.L., no sé si sabés es una organización de acá, de Rosario, que se llama así porque son iniciales, O.C.A.L “Organización Canalla Anti Lepra”. Son un grupo de ñatos como el Ku-Klux-Klan, más o menos, que se reúnen en reuniones secretas y no sé si no van con capucha y todo a las reuniones, o si queman algún leproso vivo en cada reunión. Mirá yo no sé si es requisito indispensable ser hincha de Central, pero seguro seguro, lo que tenés que hacer es odiar a los lepra. Tenés que odiar más a los lepra que lo que querés a Central.” Así, lleno de ironía, nos hizo reír y disfrutar del fútbol.

No me siento capacitado para hacerle “un homenaje” a Fontanrrosa, sólo les invito, muy seriamente, a reír, a leer, a disfrutar de la obra de uno de los más grandes escritores que se dedicó a ver el fútbol como lo que es, una pasión.

Si de verdad les interesa, les dejo un link con algunos de sus cuentos: http://www.esnips.com/_t_/fontanarrosa

La Parábola del Buen Hincha



Hace unos días, viendo un partido del mundial sub 20 con unos amigos, pasó algo que me hizo reflexionar. Habíamos organizado todo, nos juntamos relativamente temprano, para ver el partido y después tirar un poco de carne a la parrilla para celebrar, ya que estábamos seguros del triunfo. Compramos carne, longanizas, algo para beber, ensaladas, en fin, de todo lo necesario para un buen asado con varios amigos y amigas. Vimos el partido con la expectación necesaria, gritando cada jugada, poniéndole empeño, lo único que no salió fue un C-H-I!, porque no estamos pa esas cosas, pero de todas formas estábamos todos metidos en el partido. Pero he aquí el punto, estábamos TODOS, porque las TODAS, estaban más atrás hablando quien diablos sabe qué. Sólo mi polola, ya sabrán por qué, estaba con TODOS en ves de TODAS, y veía y gritaba por el partido.

Un poco antes que se lanzara el córner que fue finalmente el gol de Chile, a un amigo (no diré nombres pa no humillar) lo llamó su polola. El quería ver el córner, pero ella insistió en que era muy importante y le puso cara de Aguas Andinas, así que frente a la posibilidad de tener que pagar el coste y reposición del agua, mi amigo se paró y fue donde ella. En, eso, como sabemos, los cabros de la sub 20 sacan el tiro de esquina y Hans Martínez se eleva y con una volea de derecha la mete a un rincón del arquero; GOLAZO! VAMOS CHILE!. Pero aquí viene lo triste, cuando estábamos celebrando miramos para atrás y vimos que el Mauro (chuta, verdad que no iba a dar nombres), que aún conversaba el “tema importante” con su polola, nos miraba con una cara de “yo quisiera estar ahí”, tratando de hacerla corta, para el menos ver la repetición del gol, pero no. La Matilde (ah!, se me olvida lo de los nombres!!), no dejaba ni que mirara para donde estábamos saltando y gritando, insistía en que pusiese su atención sobre ella, cuando estaba a miles de kilómetros de distancia, en Canadá. Mientras tanto, mi polola saltaba junto a mí, con la polera roja de la selección que le regalé, celebrando el gol, disfrutando el fútbol y la victoria. La verdad es que las TODAS la miraban con algo de extrañeza y envidia, pero a ella le daba lo mismo, estaba feliz, festejando por Chile, junto a TODOS.

Y he aquí la enseñanza, hijos míos. Abran sus textos en Sicarii 32, versículos 29 en adelante: “Enseñadle a sus pololas a amar el fútbol. Partan por lo más sencillo, muéstrenles a Beckham, Nesta, Owen, o Maldini. Con eso empezarán a interesarse en los jugadores; no seáis soberbios ni celosos, es sólo un mal menor. Una vez que estén dispuestas a ver un partido con vosotros, aunque sea para verle las piernas a los jugadores, empiecen a explicarles en qué consiste el juego. Que son once por lado, que hay una pelota y la finalidad es meterla en el arco contrario. Continúen con el córner, el lateral, el tiro libre y el penal, pero no os apresuréis, dejad el Off-Side para el final, que es por lejos lo más difícil de enseñar. Pedidles que se definan por un equipo, enséñenle un par de gritos y cánticos. Muéstrenle que la camiseta Roja de la selección es sagrada y que quien se la pone debe mojarla. Finalmente, cómprenle la camiseta de la selección y llévenla al Estadio, pero no cometáis la imprudencia de llevarla a un partido difícil, llevadla contra Bolivia o Perú, ya que la mujer gusta del triunfo y odia la derrota, y si la llevan contra Brasil, la boleta que nos meterán harán que todo lo obrado no sirva de nada”. Palabra de Sicarii.

Siguiendo mi propia enseñanza, a mi polola le mostré todo lo que les he dicho, ahora se sabe las reglas del fútbol mejor que varios de mis amigos, de hecho, el otro día viendo un partido, un tipo sacó un lateral en ofensiva y un amigo gritó: Off-Side!!, y ella, sabia, le dijo: De un lateral no hay Off- Side! Mi orgullo creció a niveles insospechados, y mejor que eso, sé que me gané una compañera futbolera, que no sólo no me molesta si veo un partido, sino que entra a la pieza y me pregunta, eufórica ¿¡Ya empezó!?, ¿¡Cuánto van!?. Eso, hijos míos, es un trabajo bien hecho, eso es fútbol, eso es amor.