Cómo me gustaría jugar en la sub 20. Haber nacido un poco después y que el negro Sulantay me viera y dijera: ¡A ese lo quiero yo! Cortarme el pelo como Arturito Vidal y tener su pachorra. O morder cada pelota como Gary Medel, jugar en toda la cancha como Isla, o apellidarme Toselli y tener el récord mundial de imbatibilidad en mundiales juveniles. Mover la pelota como Vidangossy y gambetearme unos rivales. O en una de esas que me digan “el niño maravilla”, ser tocopillano y estar apunto de irme a Italia.
Claro, no sería fácil, tendría que sacrificar harto de lo que se suele llamar “juventud”, como carretear, beber como cosaco, fumar como carretonero chino, salir con minas como futbolista de la selección adulta, que como sabemos, se sacrificaron mucho en su juventud y ahora están en la crisis de la edad adulta y es sólo por eso que se pusieron carreteros y buenos para la jarana. Tal vez hubiese tenido que sacrificar estudiar, pero en realidad me hubiese dado lo mismo, prefiero un millón de veces ser bueno para la pelota que aprobar mi examen de grado (si mi familia lee esto me cuelga de las botas). Sería increíble que en vez de preparar pruebas, disertaciones, presentaciones en power point, comprar fotocopias, ir a clases, o al trabajo, preparando informes, conversando con clientes, tuviera que preparar jugadas de pelota detenida, practicar penales, mejorar mi pique corto, los pases en profundidad, etc. Tener que estar concentrado (una forma deportiva de estar preso), lejos de mi familia y pareja, lejos de pololas (sobre todo a ellas, porque los DT les tienen bronca desde siempre). Pero eso no sería nada, me importaría un pepino no ver a nadie excepto a mis compañeros de selección, a los rivales internacionales, intercambiar camisetas y conocer el mundo chuteando una pelotita. Ser uno de los héroes de Chile a punta de goles y buen fútbol como lo hacen estos cabros. Me creería la muerte.
Pero bueno, mejor me dejo de soñar despierto, que es a lo que me he dedicado en esta columna; asumir de una buena vez que pa la pelota no sirvo más que para pichangas de fin de semana, que no tenía posibilidad alguna de ser futbolista profesional, que jamás seré Kaká. Asumir, como alguna vez me dijo mi abuelo, que uno nace bueno para un par de cosas en la vida, y que tiene que estar atento a darse cuenta qué cosas son, y dedicarse a ellas y a un par de entretenciones más, pero no dejarse llevar por sueños insensatos sobre lo que no se puede tener, con sueños sobre las cosas que uno no nació para hacer. Que uno debe quedarse en el lugar donde creció.
¡Ah!, aunque qué más da. Que se vayan todos al carajo, prefiero pensar toda mi vida en ser lo que no soy, prefiero alucinar con ser el mejor futbolista del mundo, y dejar a mi abuelo en lo suyo, acurrucado en sus memorias y su tibia comodidad (aunque después de todos estos años el ataúd puede no ser tan cómodo, jaja). Que su consejo no me sirve, me deja igual que cuando tenía menos años y no sabía qué diablos hacer con mi vida. Ahora lo tengo clarito, aprobar mi examen de grado, trabajar, y en las tardes, o poco antes de dormir, soñar con ganar un mundial.
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